Consiste en políticas que apuntan a definir los criterios ambientales, sociales y de gobierno que tienen las organizaciones. No es simplemente declararse verdes o sostenibles, sino realmente implementar reglamentos internos y contar con cargos que se dediquen, en específico, a cumplir estas normativas.
Santiago, diciembre de 2023.- Ya no se trata solo de generar utilidades y valor, sino de que las empresas sean agentes de cambio en los entornos en los que se desenvuelven. A eso precisamente apunta una de las siglas más usadas en el último tiempo, pero que está lejos de ser una “moda pasajera”: Las políticas ESG.
¿De qué se trata exactamente? La sigla proviene del anglicismo “Environmental, Social and Governance”, y consiste en regular y medir los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza que tienen las compañías en pro de sus entornos, tanto internos como externos.
Muchas empresas han aprovechado este nuevo campo para declararse verdes o sostenibles, pero, al menos en Chile, el panorama de cumplimiento de este tipo de reglas ambientales es estricto y se avizora lo sea aún más de aquí al futuro inmediato.
De hecho, hace un par de años la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) publicó una normativa que exige a las empresas incorporar información sobre sostenibilidad y gobierno corporativo en sus memorias anuales[1]. Además, este mismo organismo busca fiscalizar a aquellas compañías que caigan en la práctica del llamado “greenwashing” o “lavado de imagen”, para mostrarse verdes y sustentables pese a que no lo son.
“Es muy importante entender a fondo en qué consisten los criterios y políticas ESG y, desde el punto de vista del empleo, tener en cuenta que más que una declaración de intenciones, existen ciertos cargos y perfiles específicos dentro de las empresas, que apuntan a aterrizar estas normativas y llevarlas a la práctica con objetivos medibles y cuantificables”, señala Mónica Flores Barragán, Presidente de ManpowerGroup para Latinoamérica.
Las habilidades que las empresas requieren para cumplir con los parámetros ESG deben venir desde cargos concretos, y que están muy en línea con lo que actualmente se conoce como “Habilidades Verdes”.
Algunos de estos puestos son, por ejemplo: Gerencia de Sostenibilidad, Reparación y Mantenimiento de Aerogeneradores, Consultor o Consultora solar, Ecologista, Especialista en Salud y Seguridad Ambiental, entre otros de similares características.
Pero no solo se trata de nuevos cargos, ya que las políticas ESG permiten a las empresas materializar ciertos beneficios específicos para su entorno. Por ejemplo, la reducción del impacto ambiental, gracias a la digitalización de procesos y el monitoreo de las emisiones de CO2.
“Otro beneficio es el fomento a la innovación, sostenibilidad y diversidad, atributos que inciden positivamente en la productividad y la calidad de vida de las personas, ya que encuentran en el ámbito laboral un espacio para desarrollar su compromiso con la responsabilidad social, y de esa forma dar un sentido mayor a su rol profesional, incrementando también la tasa de retención, ya que la relación colaborador-empresa se vuelve significativa”, explica la ejecutiva.
Mónica Flores concluye argumentando que lo fundamental es que cualquier política ESG no quede en meras intenciones: “las acciones y medidas por parte de empresas deben ser específicas y tangibles, al mismo tiempo que persiguen objetivos determinados. Las próximas normativas apuntarán a que todos formalicen estos aspectos”.