En el segundo vuelo de deportados en menos de un mes, 43 chilenos regresaron desde Estados Unidos entre acusaciones de detenciones arbitrarias y malos tratos, reavivando el debate sobre las condiciones migratorias y el trato a los latinoamericanos.
La angustia de quienes llegan deportados se replica en cada testimonio: familias sin aviso, condiciones inhumanas de reclusión y una sensación de injusticia que marca el retorno a casa. La noticia, que vuelve a poner el foco sobre la política migratoria estadounidense, genera preocupación y abre nuevas preguntas sobre los derechos de los migrantes chilenos.
Testimonios: acusan detenciones sin justificación y trato denigrante
Apenas bajaron del avión en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez, los chilenos expulsados relataron situaciones que, aseguran, bordean lo absurdo y lo indignante. Según Eduardo, uno de los deportados que vivió cinco años en EE.UU., las aprehensiones a latinos ocurren “en las circunstancias más casuales”.
“Uno que andaba sin cinturón de seguridad en el auto lo detuvieron, otro que estaba orinando en la calle lo detuvieron. Fue un desastre, nos tratan demasiado mal, como si fuéramos basura; pero pagamos nuestros impuestos y aportamos al país”, afirmó ante la prensa.
La versión oficial y la denuncia de los afectados
De acuerdo a autoridades estadounidenses, en el grupo de deportados figuran personas que excedieron el límite de 90 días de estadía permitido por el programa Visa Waiver, así como otras acusadas de faltas o delitos. Sin embargo, los expulsados sostienen que el endurecimiento de los controles migratorios apunta a cualquier pretexto para justificar la deportación.
Uno de los retornados relató que pasó “tres meses recluido, de Orlando a Miami y de Miami a Texas, en la hielera, un calabozo donde dejan durmiendo en el suelo a más de 60 personas en un espacio chico”, denunciando condiciones que calificó de insalubres e inhumanas.
Incomunicación y vulneración de derechos: el drama de las familias
A la precariedad y el temor, se suma la soledad. Muchos de los deportados aseguran que no pudieron comunicarse con sus familias durante todo el proceso. “Algunos ni siquiera sabían que los íbamos a deportar, nunca pudimos avisar nada”, reclamó uno de los afectados.
La falta de información y apoyo consular profundiza el drama para los migrantes chilenos, cuyos familiares se enteran del regreso sólo cuando ya están en suelo nacional. Diversos organismos de derechos humanos han pedido monitorear de cerca estos procedimientos y exigir respeto a las garantías mínimas.