¿Puede la inteligencia artificial garantizar la alimentación mundial? En los campos de Alemania, invernaderos en Andalucía y huertos en Camerún, la IA está sembrando un futuro diferente para la agricultura. Desde humanoides que reflexionan sobre la distribución de recursos hasta aplicaciones móviles que combaten plagas, la tecnología está tomando un papel protagónico en la lucha contra el hambre.
Agricultura de precisión en Alemania: robots que detectan plagas y seleccionan semillas
En el noreste de Alemania, la IA colabora estrechamente con investigadores que buscan garantizar cultivos más resistentes. El robot Valdemar, desarrollado por el Centro Alemán de Investigación en Inteligencia Artificial, analiza miles de imágenes para detectar enfermedades en plantas. Su precisión supera la del ojo humano, y su uso permite elegir semillas adaptadas al cambiante clima europeo.
Judith Rese, experta en fitomejoramiento, emplea también drones y gafas de realidad virtual para supervisar parcelas enteras. Esta tecnología le permite comparar cultivos a lo largo del año, facilitando decisiones más informadas para futuras siembras. En paralelo, la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bielefeld desarrolla máquinas clasificadoras que identifican semillas puras en segundos, mejorando la resistencia frente a sequías y plagas.
Camerún: una app contra el hambre rural
Adamum Chanchkotu, un emprendedor camerunés, desarrolló una aplicación capaz de detectar enfermedades en cultivos con solo tomar una fotografía. Diseñada para funcionar incluso sin conexión, la app ha transformado la forma en que los agricultores rurales enfrentan las plagas. Jan Ram Sucuchu, productor de tomates, ha reducido considerablemente su uso de pesticidas, logrando incluso ampliar sus cultivos.
Con más del 40% de la población de Camerún dependiendo de la agricultura, esta herramienta resulta vital. Frente a una economía debilitada por importaciones costosas e infraestructura precaria, soluciones tecnológicas como esta podrían marcar la diferencia en la seguridad alimentaria del país.
En España, sensores que ahorran millones de litros de agua
En Andalucía, región clave en la producción agrícola europea, el ingeniero agrónomo Joaquín Soriano Fernández lidera una empresa que utiliza sensores e inteligencia artificial para optimizar el riego. Su sistema permite ahorrar hasta un 40% de agua en cultivos como el pimiento, algo crucial en un entorno marcado por sequías cada vez más frecuentes.
Los sensores miden condiciones del suelo y del aire, y la IA regula automáticamente el riego según las necesidades de cada zona del cultivo. Esto no solo preserva un recurso escaso como el agua, sino que también garantiza cosechas más estables en tiempos de crisis climática.
IA en la cocina: reducir el desperdicio desde el comedor
En Alemania, startups como la de Valentín Belser utilizan algoritmos para prever con precisión la cantidad de comida necesaria en comedores empresariales. Al analizar datos históricos, meteorológicos y vacacionales, logran reducir en un 30% los desperdicios. En 2023, una cantina en Lunen tiró 1111 comidas menos gracias a este sistema.
En paralelo, el chef Chim Brown aplica inteligencia artificial en su cocina para minimizar el despilfarro sin perder calidad culinaria. Aunque defiende su oficio como insustituible, reconoce el valor de estas herramientas para una gestión más eficiente de los alimentos.
Cosecha automatizada: Robocrop aprende a recoger tomates
A las afueras de Madrid, el robot Robocrop marca un nuevo paso en la recolección agrícola. Desarrollado durante tres años, este sistema de doble brazo identifica y recoge verduras maduras de forma autónoma. Aunque todavía es más lento que un humano, puede trabajar sin pausa durante 24 horas, lo que compensa su ritmo.
El robot es entrenado con redes neuronales para aprender a diferenciar tallos y frutos. Su uso se vislumbra como una solución viable para tareas repetitivas en condiciones climáticas extremas, aunque también plantea interrogantes sobre el futuro del empleo en el sector.
Ameca, el androide que reflexiona sobre el hambre y el agua
En un laboratorio del sur de Cornualles, Ameca, un humanoide avanzado, responde a cuestiones complejas sobre distribución de alimentos y escasez de agua. Señala que la agricultura consume el 70% del agua dulce del planeta y que la IA puede ayudar a gestionarla, siempre bajo supervisión ética y humana.
Además, Ameca advierte sobre la automatización laboral, reconociendo que si bien puede causar pérdida de empleos, también generará nuevas oportunidades en tecnología y mantenimiento. La clave, subraya, será la adaptación del mercado laboral y las políticas públicas que la acompañen.