En enero de 2025, Argentina alcanzó una de sus cifras más optimistas en años al registrar una inflación mensual del 2,2%, el índice más bajo desde julio de 2020. Sin embargo, a pesar de los avances y las proyecciones optimistas para los próximos meses, muchos argentinos no sienten esta mejora en su poder adquisitivo, especialmente a la hora de hacer las compras diarias en el supermercado. A continuación, explicamos las razones detrás de esta contradicción.
La desaceleración de la inflación y la dura realidad económica
El gobierno de Javier Milei celebra la desaceleración de la inflación, con el índice mensual cayendo de forma significativa desde niveles superiores al 100% anual en años previos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la inflación de enero fue de 2,2%, lo que refleja una importante desaceleración. Sin embargo, el consumo en el supermercado sigue siendo costoso para muchas familias argentinas, que enfrentan precios elevados en productos de la canasta básica, como el Nescafé, que cuesta alrededor de $17.000.
La desconexión entre la inflación y el salario disponible
Una de las claves para entender por qué los argentinos no sienten la baja de la inflación en sus bolsillos radica en la relación entre la inflación y el salario disponible. Aunque la inflación se ha desacelerado, los gastos fijos (como gas, electricidad, agua y transporte) han aumentado considerablemente. Según la consultora Empiria, el índice de salario disponible muestra cómo la caída del ingreso disponible afecta más a los sectores de bajos recursos, donde se estimó que en 2024 hubo una caída del 25% en términos reales. Esto se debe a que los ingresos no han crecido al mismo ritmo que los gastos fijos, lo que deja a muchas familias con menos dinero para el consumo general.
El economista Federico González Rouco explicó que, aunque los ingresos puedan aumentar en términos nominales, si los gastos fijos crecen más rápido, el saldo disponible para otras compras se ve reducido. En este contexto, aunque la inflación baja, el poder adquisitivo sigue estando por debajo de lo necesario para cubrir todas las necesidades básicas de las familias.
Distribución de la inflación: los sectores más afectados
El rubros de alimentos y bebidas no ha experimentado una caída significativa. En enero de 2025, el aumento fue de apenas 1,8%, por debajo del promedio general del 2,2%. En cambio, otros sectores como restaurantes y hoteles vieron un aumento más notable del 5,3%, impulsado por la demanda en la temporada de verano. Además, las categorías relacionadas con alquileres, servicios y combustibles también mostraron incrementos sustanciales, lo que hace que muchas familias no perciban aún los beneficios de la desaceleración de la inflación en sus presupuestos diarios.
Proyecciones optimistas y expectativas de inflación
A pesar de la situación actual, las proyecciones para 2025 son optimistas. Los analistas del mercado han ajustado sus proyecciones de inflación a 23,2% anual para este año, lo que representaría el índice más bajo desde 2017. Esto marca un descenso significativo frente a la inflación 117,8% de 2024, y especialmente en comparación con el 211,4% de 2023.
Sin embargo, el impacto en los bolsillos de los argentinos sigue siendo limitado. Aunque la inflación disminuye, los salarios rezagados y los altos gastos fijos continúan afectando la capacidad de compra de muchas familias.
¿Qué está haciendo el gobierno para mitigar el impacto?
El gobierno de Milei ha adoptado una estrategia económica basada en tres anclas fundamentales: fiscal, monetaria y cambiaria, tratando de estabilizar la economía sin recurrir a intervenciones drásticas. Además, el gobierno ha postergado o moderado ciertos aumentos de impuestos, como el de las bencinas, y ha mantenido bajo control las tarifas de servicios públicos para evitar que estos aumentos impulsen aún más la inflación.
¿Se espera que la situación mejore pronto?
Con las proyecciones de inflación de 2% mensual en los próximos meses y un objetivo de alcanzar un solo dígito en 2027, las expectativas para la economía argentina son optimistas. Sin embargo, es probable que el impacto real de la desaceleración de la inflación no se sienta en los bolsillos de los argentinos hasta que los salarios crezcan a un ritmo similar al de los gastos fijos.