La producción de cobre en Chile continúa en ascenso, pero junto a este auge económico también se intensifica una crisis silenciosa: la gestión de residuos mineros. Para 2025, la Comisión Chilena del Cobre estima que se alcanzarán 5,76 millones de toneladas del mineral, un incremento del 4,6 % respecto a 2024. Sin embargo, mientras la minería ya representa más del 12 % del PIB nacional, el costo ambiental de esta industria se vuelve insostenible para muchas comunidades cercanas a los centros de extracción.
Impacto directo en comunidades del norte de Chile
A 250 km al norte de Santiago, el pueblo de Caimanes es uno de los más afectados por los tranques de relaves, estructuras destinadas a almacenar los desechos que genera la producción de cobre. Allí, Cristián Flores fue uno de los habitantes que tuvo que abandonar su hogar tras la construcción del tranque El Mauro, administrado por la minera Los Pelambres. El impacto fue devastador: el Estero de Pupío, que antes nutría el valle, quedó completamente seco.
Otros vecinos como Milena Báez y Álvaro Acevedo relatan la pérdida total de biodiversidad en el área. El Mauro, que ocupa 18 hectáreas, es uno de los tranques más grandes de Sudamérica, y sus planes de expansión generan profunda preocupación en la población local.
La respuesta de la empresa y la percepción de los afectados
Desde la minera Los Pelambres, el gerente general Alejandro Vázquez defiende la seguridad del tranque, afirmando que cuentan con monitoreo constante y control de autoridades, además de negar la presencia de materiales pesados contaminantes. Sin embargo, en el pasado se han reportado filtraciones y escurrimientos de aguas de proceso hacia cursos naturales, lo que ha obligado a los residentes a depender de camiones aljibe para abastecerse de agua potable.
Mientras tanto, la empresa ha implementado iniciativas de minería más sostenible, como el cierre del depósito El Quillayes mediante fitoestabilización —plantación de especies que absorben contaminantes— y el uso de agua desalinizada en sus procesos.
Una amenaza persistente y la falta de confianza
A pesar de los esfuerzos, la desconfianza y la desilusión se profundizan entre los habitantes. La percepción general es que sus voces no son escuchadas y que la degradación ambiental es irreversible. Chile cuenta con casi 800 tranques de relaves, entre activos, inactivos y abandonados. Todos requieren un manejo riguroso para evitar riesgos a la tierra, al agua y a la salud de quienes viven cerca.