Cada vez que se produce una saga de sismos en la Región Metropolitana se revive el temor de sismólogos, geólogos y la comunidad en general, pues varios de ellos podrían estar asociados a la temida Falla San Ramón.
Con una extensión de 50 km en sentido norte-sur, la falla está ubicada entre los ríos Mapocho y Maipo, cruzando las comunas de Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. Incluso, nuevos cálculos afirman que se prolonga hasta Lo Barnechea y Pirque.
La falla geológica, inversa y activa, está situada en la sierra de Ramón, 10-12 kilómetros bajo la superficie terrestre. Se estima que más de tres millones de personas serían afectadas en un eventual evento telúrico, siendo Puente Alto la comuna que tendría más daños. El 61,8% de su población vive en ella o cerca de ella. Le seguirían Las Condes con 55,4% de la población cerca de la falla, Peñalolén (39,6%) y La Florida (34,6%).
Ahora, un informe de la Cámara de Diputados alertó del peligro de seguir construyendo sobre esta falla geológica.
La Sala de la Cámara respaldó el informe de la comisión que investigó las acciones gubernamentales frente a las construcciones en la falla de San Ramón (CEI 19). La instancia fiscalizó las medidas tomadas para prevenir o mitigar los riesgos de la existencia de edificaciones en esta zona de la región Metropolitana.
En el informe se explica que la falla activa cruza las comunas de Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. Sin embargo, también se estima que podría alcanzar zonas de las comunas de Lo Barnechea y Pirque.
El texto emanado de la comisión explica que, en 2011, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo licitó el proyecto “Estudio de riesgo y modificación (PRMS) falla de San Ramon”. Éste tuvo como objetivo general la evaluación del peligro sísmico asociado a la falla en la zona oriente de Santiago.
Con dichos antecedentes y por recomendación de expertos, desde 2012, se planteó que el fenómeno sea reconocido en el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS). Asimismo, en los planos comunales, a fin de evitar que se siga construyendo directamente sobre su traza.
Según se alertó, los antecedentes de densidad habitacional indican que, hacia 2012, más del 50% de la falla de San Ramón ya se encontraba urbanizada.
Por lo tanto, se concluye que, desde hace 11 años, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) está en conocimiento de que la falla de San Ramón es un potencial de riesgo. En particular se advierte esto respecto de todos los asentamientos humanos ubicados sobre y cercanos a la traza de la falla.
Por tal razón, la falta de regulación en la materia representa un actuar pasivo del Estado. Así, se observa falta de sentido de urgencia por parte de los organismos públicos responsables de la planificación urbana.
Más de una veintena de puntos componen las conclusiones y recomendaciones de la comisión, tras la investigación. Entre ellos, se señala que el Ejecutivo debe realizar estrategias con el fin de prohibir cualquier tipo de construcción nueva. Esto, en un radio de 300 mts. de ancho, a lo largo del trazo de la falla de San Ramón.
Junto a lo anterior, agrega que el Estado deberá compensar la afectación de desarrollo futuro respecto de quien, a la fecha, tenga derecho adquirido.
Además, plantea que, tanto el gobierno central como los comunales, deberán designar como “zona no edificable” el trazo de la falla, en sus planos reguladores.
Para ello, recomiendan que el Minvu entregue a cada municipio ubicado en las comunas afectadas, propuestas de modificación del Plano Regulador Comunal. Éstas deben incluir recomendaciones y prohibiciones de edificación en la zona de riesgo. Igualmente, otorgar la facultad de implementar señalética, designación y demarcación de zonas de seguridad.
Finalmente, se pide crear planes de comunicación, prevención y emergencia dirigidos a la comunidad frente a la amenaza latente que significa para los habitantes de la región Metropolitana y, en especial, para las comunas afectadas.
El informe fue presentado a la Sala por la diputada Ximena Ossandón (RN), presidenta de la comisión. La parlamentaria criticó la demora en la implementación de medidas preventivas por parte de la autoridad. Lamentó que, “mientras no haya un terremoto, no pasa absolutamente nada”.
La parlamentaria también advirtió de lo devastador que puede ser un terremoto en la falla y las graves consecuencias para la zona y la RM, en general. “La tierra salta y se posa sobre otro pedazo de tierra, con terremotos muy cortos, pero destructivos”, describió.
También criticó que, desde la comisión anterior que investigó esta materia, presidida por el diputado Tomás Hirsch, “no ha pasado nada”. Lo peor es que, de tomarse medidas ahora, su implementación demorará al menos cuatro años más.
En la sesión, de igual modo, intervinieron los diputados Cristián Araya (PREP) y Daniel Melo (PS). Ambos parlamentarios valoraron el trabajo de la instancia dirigido por la diputada Ossandón. Junto a esto, insistieron en la necesidad de medidas para prevenir la pérdida de vidas en caso de una catástrofe.
Un estudio de la Universidad de los Andes analizó a través de computación los posibles escenarios de un terremoto generado en la Falla San Ramón y su severidad. Aún en desarrollo, adelanta que sería un terremoto muy distinto a lo que estamos acostumbrados, ya que entregaría poco tiempo de reacción.
El encargado de la investigación es José Antonio Abell, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, quien explicó en una nota a Qué Pasa, que el trabajo se hace a través de simulación, “y para esto tengo una serie de computadores gamers, muy poderosos, que permiten responder cuál sería el tipo de movimiento que se espera de la falla, y sus efectos sobre las estructuras”.
José Antonio Abell junto a los equipos de investigación. Crédito: Universidad de los Andes
Sería un terremoto muy distinto a lo que estamos acostumbrados en Santiago, anticipó Abell, “sería muy cercano, por lo tanto, habría poco aviso entre los primeros movimientos y que se empiece a mover fuertemente, daría poco tiempo y con una intensidad muy fuerte en las cercanías de la falla, la cual tendería a bajar rápidamente en la medida que uno se aleja. Entonces, Santiago oriente sentiría mucho más fuerte el evento de lo que lo sentiría Santiago poniente”, señaló.
Y, agrega “es esperable también que el evento tendría poco duración, aunque sería de mucha fuerza. Esas características llevan a pensar que estructura más bien bajas, edificios de pocos pisos por ejemplo, serían probablemente los más afectados por este tipo de sismo. En este momento estamos trabajando, a través de simulación, la severidad del movimiento y de los daños esperables”, estableció.
“La investigación también responde a la duda de qué podemos hacer para mejorar, o si es necesario mejorar, el desempeño de determinadas estructuras frente a este tipo de sismos, o si la norma chilena actual, nos cubre frente a estos terremotos”, añadió Abell.
Los últimos grandes terremotos con ruptura en superficie de esta falla fueron hace 17.000 y hace 8.000 años. Los estudios -geológicos, sismológicos y geofísicos- de las últimas dos décadas han evidenciado que esta falla es capaz de generar terremotos de gran magnitud con ruptura en superficie a lo largo de las decenas de kilómetros en donde se ubica en el piedemonte del frente cordillerano.
Desde 1979 a la fecha el sector donde se localiza la falla ha aumentado de manera considerable su urbanización, observando además en ella infraestructura “crítica” como la presencia de hospitales.
“El impacto potencial de un terremoto en la Falla de San Ramón es un tema de gran relevancia. Según los registros geológicos, esta falla ha generado al menos dos eventos sísmicos de magnitudes entre 7,2 y 7,4, ocurridos hace unos 8 mil y 17 mil años respectivamente. No obstante, aún no existe un consenso científico sobre si volverá a producir un suceso de tal magnitud”, explicó el académico.
José Antonio Abell. Crédito: Universidad de los Andes
La placa tectónica sudamericana, a la que pertenece Chile, establece Abell, “produce con frecuencia en la zona central del país sismos corticales. Estos sismos son de baja profundidad (menos de 10 km), a diferencia de los terremotos típicos de Chile que suelen originarse a cientos de kilómetros de profundidad. Un ejemplo recordado de sismo cortical es el terremoto de las Melosas del 4 de septiembre de 1958, día de elecciones presidenciales. En realidad, fueron dos terremotos que, juntos, tuvieron una magnitud cercana a 7,0″.
El problema de la Falla de San Ramón es que hasta el momento, “no disponemos de sismogramas de un evento en la falla, información clave que los ingenieros emplean para calibrar las normas de diseño sísmico. En vez de esto, se puede usar simulación para predecir los efectos de un sismo en la falla”, explicó.
Corte transversal en la falla San Ramón. Foto: U. de Chile
“La clave es que la simulación sismológica ha avanzado hasta el punto que puede, creíblemente, predecir escenarios sísmicos y sus efectos. El objetivo de la investigación es entender las posibles características de un sismo, desde el movimiento del suelo hasta su impacto en las estructuras”, reveló Abell.José Antonio Abell. Crédito: Universidad de los Andes
Las primeras ondas (ondas “P”, o primarias, de menor intensidad) llegarían breves momentos antes de las ondas S (secundarias, de mayor intensidad) con apenas unos segundos de diferencia, dejando muy poco tiempo para reaccionar. “Los chilenos estamos acostumbrados a más diferencia de tiempo entre que los primeros movimientos del sismo y el movimiento más intenso. El movimiento fuerte del terremoto terminaría relativamente rápido, entre 20 y 40 segundos, seguido de un movimiento residual posterior debido a los “ecos” de las ondas rebotando en las variadas características geológicas de la cuenca de Santiago”, señala.Falla San Ramón.
Las primeras conclusiones de la investigación sugieren que, debido a su intensidad y corta duración, en la mayoría de Santiago, los movimientos no superarían los límites establecidos por las normas antisísmicas chilenas. “Sin embargo, en lugares cercanos a la cordillera, el movimiento potencialmente sí los superaría. En este caso las estructuras de tamaño mediano a bajo serían las más susceptibles (a diferencia de las edificaciones medianas a altas que fueron las más afectadas el 27F en2010). Aún así, la alta calidad de la ingeniería chilena garantiza que, cuando se aplican correctamente las normas, no debería haber colapsos estructurales, resguardando la vida de los ocupantes, aunque es probable que muchas edificaciones queden irrecuperables”, indicó el investigador.
“Estudios sobre la posibilidad de un terremoto en la Falla de San Ramón y los que buscan cuantificar sus efectos son esenciales para la toma de decisiones respecto a la asignación de recursos y la planificación de medidas de rehabilitación”, finalizó.