El accidente en la mina El Teniente
El pasado jueves, un grave accidente se registró en la mina El Teniente, ubicada en la comuna de Machalí, región de O’Higgins. El hecho dejó como resultado un minero fallecido, nueve trabajadores lesionados y cinco desaparecidos. Frente a esta tragedia, Juan Guajardo, integrante del sindicato interempresas de la Corporación Nacional del Cobre (Codelco), aseguró que el incidente “se pudo haber evitado”.
Señales ignoradas por la supervisión

Guajardo declaró que días antes del accidente, trabajadores con mayor experiencia ya habían advertido señales inusuales en el comportamiento del cerro. Según sus palabras, “nosotros avisamos a nuestros supervisores de las eventualidades que estaban sucediendo al interior del cerro”, subrayando que muchas veces los jefes “hacen vista gorda”.
El sindicalista fue enfático en señalar que, si bien la infraestructura y fortificación pueden ser de alto nivel, la naturaleza sigue siendo impredecible. No obstante, indicó que existen herramientas para minimizar los riesgos, y cuestionó si estas fueron utilizadas adecuadamente en esta ocasión.
El conocimiento empírico de los trabajadores
Juan Guajardo destacó el valor de la experiencia en la minería, afirmando que “los viejos avisaron con tiempo, con semanas” sobre la situación del cerro. El sector conocido como El Teniente 7 ha sido reconocido históricamente como una zona de alto riesgo, y los trabajadores más antiguos pueden identificar cuándo el cerro “está trabajando”.
Explicó que el cerro emite señales perceptibles para quienes tienen años en faenas subterráneas. “Hay un crujimiento que es como tener un explosivo, pero en seco”, detalló. Este tipo de señales fueron comunicadas a los supervisores, como parte del protocolo que los trabajadores siguen en situaciones críticas.
Posible negligencia en la cadena de mando
Consultado sobre si hubo negligencia, Guajardo respondió que “puede ser”, aludiendo a que los mandos medios en ocasiones no prestan atención a las advertencias de los trabajadores experimentados. En sus palabras, “los viejitos, que llevamos años en minería, tenemos la experiencia” para distinguir eventos como estallidos de roca o comportamientos anómalos del terreno.
Recalcó que parte del deber de los mineros es informar cualquier alerta, y así lo hicieron. Sin embargo, el reconocimiento de estas advertencias depende de quienes toman decisiones operativas, y esa falta de atención podría haber influido en el desenlace del accidente.