Así se lee en un estudio publicado este lunes por los economistas José Acuña y Juan Bravo, del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC UDP), el cual comparó lo ocurrido en 2020 con 2017 y 2015, y detalla que el dato del último año disponible es “ligeramente” mayor al 24,8% observado en 2017, pero menor al 29,7% del primer período analizado.
La investigación se llevó a cabo usando la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) y la Evaluación de las Competencias para Adultos (PIAAC, su sigla en inglés), esta última elaborada por la OCDE. En el análisis, se entiende automatización como el fenómeno laboral que corresponde “al proceso de sustitución de tareas humanas mediante el uso de tecnologías o capital”, y se precisa que “los esfuerzos deben apuntar a maximizar los beneficios del progreso tecnológico y reducir al mínimo sus eventuales impactos negativos”.
Los investigadores estiman que la probabilidad promedio de automatización del empleo en Chile fue de 50,7% en 2015, de 47,7% en 2017 y de 43,6% en 2020. Pero, enfatizan que “mucho más relevante” en términos analíticos y de política pública es el porcentaje de trabajadores con alto riesgo de automatización.
En 2020 se redujo el peso de los ocupados con riesgo de automatización moderadamente alto, pasando a 13,6% en dicho año desde el 21,4% del empleo total en 2017. Pero, si bien la prevalencia disminuyó, la participación de ocupados con bajo riesgo de automatización aumentó “considerablemente” en 2020 respecto a 2017, acota el documento.
“En 2020 el empleo en Chile cambió hacia una composición con menor riesgo de automatización en comparación a años previos, lo que se debe a que el empleo con bajo riesgo de automatización logró seguir creciendo respecto a 2017 pese a los efectos negativos generados por la crisis sanitaria por Covid-19, a diferencia de lo que ocurrió con los empleos en categorías con mayor probabilidad de automatización”, detallan los expertos.
Hombres de grupos intermedios y dependientes
Al desglosar el que más de un cuarto de los ocupados en 2020 está en “alto riesgo” de automatización, los académicos encontraron la mayor prevalencia está entre quienes ejercen una ocupación de mediana calificación: personal de apoyo administrativo; trabajadores de servicios y vendedores; agricultores y trabajadores calificados agropecuarios, forestales y pesqueros; artesanos y operarios de oficios; operadores de máquina y ensambladores.
Los hombres tienen una mayor prevalencia a ser automatizados, pero la brecha de género se ha ido reduciendo en el tiempo. Un alto riesgo también tienen quienes pertenecen a quintiles intermedios de ingresos, los dependientes y quienes se desenvuelven en las ramas de actividades inmobiliarias, actividades financieras y transporte y almacenaje.
Por tipo de ocupación, en 2020 un 13,8% de los ocupados en alto riesgo de automatización eran conductores de vehículos motorizados, y el 12,2% correspondía a vendedores de tiendas, almacenes y puestos. También son relevantes dentro del grupo encargados del registro de materiales y de transportes y operadores de instalaciones fijas y máquinas.
“Estas ocupaciones se caracterizan por ser trabajos de mediana calificación, con elevado componente rutinario, y cuyas tareas son altamente susceptibles de ser definidas en términos de reglas codificables o algoritmos”, se lee en el estudio, que acota que la mayoría de estas ocupaciones tiende a repetirse en el tiempo.
El análisis también detalla que entre 2017 y 2020 destacó la caída de auxiliares de aseo y conductores de vehículos motorizados entre los empleos en alto riesgo de automatización. Y, entre los empleos en bajo riesgo de automatización destacó el alza de profesionales de la educación.
Cambios en el tiempo
Los autores explican también que la reducción de la prevalencia de empleos en alto riesgo de automatización entre 2015 y 2017 “obedece tanto a una destrucción de empleos en alto riesgo de automatización -el cual cayó 12,4% entre 2015 y 2017- como a un incremento de empleos con riesgo bajo y moderadamente bajo de automatización, los cuales aumentaron 10,1% y 26,9%, respectivamente, en ese lapso de tiempo”.
Añaden que este patrón de cambios en la composición del empleo “es el que se esperaría observar a medida que avanza el proceso de adopción tecnológica que sustituye aquellas tareas humanas que pueden ser definidas en términos de reglas codificables”.
Luego, entre 2017 y 2020, observaron que el empleo con bajo riesgo de automatización siguió aumentando, “lo que indica que, a pesar de los efectos devastadores de la crisis sanitaria sobre el mercado laboral, este tipo de empleo estuvo relativamente más protegido en comparación a otros segmentos de ocupados con mayor riesgo de automatización”.
Pero, por el contrario, en el mismo período se observó una “fuerte” destrucción de empleo con riesgo de automatización moderadamente alto y moderadamente bajo, los que disminuyeron 44,5% y 31,4% dicho lapso, respectivamente. A esto se suma que el empleo en alto riesgo de automatización tuvo una caída de 9,6% entre 2017 y 2020.
“En el periodo analizado, se corroboran los patrones esperados asociados al proceso de avance tecnológico que sustituye tareas humanas, pues se destruye empleo en alto riesgo de automatización y se crea empleo en bajo riesgo de automatización, dando cuenta del cambio de composición en el empleo que genera este proceso”, concluye el estudio.