La sandía es una de las frutas favoritas en temporadas de calor debido a su alto contenido de agua, lo que ayuda a mantener la hidratación. Además, es rica en vitaminas A, C, B1 y B6, minerales como hierro, potasio, magnesio y calcio, y una buena cantidad de fibra.
Sin embargo, aunque es un producto natural y no procesado, su consumo excesivo puede ocasionar molestias en personas con ciertas condiciones médicas.
Personas que deben limitar el consumo de sandía
Aunque anteriormente se creía que la sandía podía causar sobrehidratación, afectando órganos como los riñones, hígado o corazón, no existe suficiente evidencia médica que respalde esta relación.
Lo que sí está comprobado es que la sandía tiene un alto contenido de FODMAPs, un grupo de carbohidratos fermentables de cadena corta que no se digieren completamente y pueden provocar molestias digestivas, tales como:
- Diarrea
- Inflamación abdominal
- Hinchazón o meteorismo
Estas molestias son más severas en personas con condiciones como el síndrome de colon irritable.
Riesgos para personas con diabetes
La sandía tiene un alto índice glucémico, lo que significa que puede elevar rápidamente los niveles de azúcar en la sangre. Según el portal Healthline, el consumo de 4 tazas (608 gramos) o más de sandía podría aumentar los niveles de glucosa debido a su contenido de 36% de fructosa.
Por esta razón, las personas diagnosticadas con diabetes deben consumirla con moderación y bajo orientación médica.
Un consumo equilibrado es clave
Aunque la sandía ofrece numerosos beneficios nutricionales, quienes padezcan enfermedades digestivas o diabetes deben consumirla en cantidades moderadas para evitar complicaciones.
Nota: Este artículo tiene fines informativos y no reemplaza la consulta con un médico o especialista. Si tiene dudas sobre su salud, consulte siempre con un profesional antes de realizar cambios en su dieta o tratamientos.