Mientras crece la tensión en Medio Oriente, el mandatario estadounidense advierte que Europa no tiene cabida en las negociaciones y da un ultimátum a Teherán.
En un nuevo episodio de la crisis entre Irán e Israel, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este viernes que las potencias europeas no tendrán influencia real para poner fin al conflicto, y que el régimen iraní prefiere dialogar directamente con Washington. La declaración ocurre en medio de una escalada bélica que ya ha dejado impactos en zonas sensibles de Teherán.
Trump niega validez del diálogo europeo con Irán
El presidente estadounidense fue tajante al llegar a Morristown, Nueva Jersey, donde declaró ante la prensa: “Irán no quiere hablar con Europa. Quiere hablar con nosotros”. Según Trump, ni Alemania, ni Francia, ni el Reino Unido, ni tampoco la Unión Europea están en posición de contribuir al desenlace del conflicto.
La afirmación se produce justo después de que los principales diplomáticos europeos se reunieran en Ginebra con el canciller iraní, intentando reabrir canales diplomáticos para frenar la violencia que se ha intensificado desde inicios de junio.
Washington se reserva el liderazgo en la toma de decisiones
En un tono desafiante, Trump también estableció un plazo de dos semanas como máximo para definir si Estados Unidos lanzará ataques aéreos contra Irán. Esta declaración surge un día después de que anunciara su intención de resolver “pronto” el curso de acción frente a la situación iraní.
“Les doy un plazo, y diría que dos semanas sería el máximo”, expresó el mandatario al ser consultado sobre posibles acciones militares.
Con esto, Trump pone presión directa sobre el régimen iraní, en un contexto donde la diplomacia parece ceder paso a decisiones unilaterales desde Washington.
Bombardeos en Teherán y el trasfondo nuclear
El contexto de estas declaraciones se remonta al 13 de junio, cuando Israel inició ataques contra instalaciones nucleares y zonas residenciales en Teherán, marcando una nueva fase en el conflicto. Lo más crítico es que los bombardeos ocurrieron justo antes de una nueva ronda de negociaciones nucleares entre Irán y Estados Unidos.
Este cruce de eventos plantea un escenario de alta inestabilidad en la región, donde el papel de actores externos, especialmente europeos, parece quedar relegado según la visión de la Casa Blanca.