Aunque permanece en alerta verde, el volcán Villarrica —uno de los más activos y vigilados del país— está mostrando señales de transformación interna que podrían marcar un nuevo ciclo en su actividad eruptiva. Investigaciones recientes advierten una recarga magmática continua y un alza en la temperatura del magma, factores que refuerzan la necesidad de mantener una vigilancia permanente sobre este coloso natural.
Cambios detectados en el corazón del volcán
Una investigación dirigida por Jorge Romero, de la Universidad de O’Higgins, reveló que el magma presente a mayor profundidad está más caliente y con mayor contenido magmático. A su vez, un estudio paralelo encabezado por Joaquín Cortez, desde el Reino Unido, confirmó una recarga magmática constante, lo que implica una mayor inyección de material desde el interior de la Tierra hacia la cámara magmática del volcán.
El geólogo y volcanólogo Eduardo Morgado, en entrevista con Mucho Gusto, confirmó estos hallazgos, señalando que durante el período 2021-2023 se identificó un claro proceso de calentamiento progresivo en el sistema volcánico. «Estudiamos el comportamiento entre el 2021 y el 2023 del volcán y ahí descubrimos que en realidad hubo un calentamiento», indicó. No obstante, agregó con cautela que “es imposible descartar una erupción”, dada la naturaleza caótica y dinámica de este tipo de sistemas.
Un volcán activo pero con escape constante
El Villarrica es considerado un sistema volcánico abierto, es decir, permite la liberación constante de gases a través de fumarolas y un lago de lava visible en su cráter, lo que ayuda a reducir la presión interna. Sin embargo, esto no significa que esté libre de riesgo eruptivo.
Según Morgado, si bien la liberación constante de gases podría evitar una gran erupción, el escenario contrario —una acumulación excesiva de volátiles— podría desencadenar un evento mayor. «Al final es un sistema caótico con el que hay que estar siempre atentos», enfatizó el experto.
Historia y riesgos reales: ¿Qué podría pasar?
El volcán Villarrica ha tenido varias erupciones en su historia reciente, siendo una de las más recordadas la de 1971, cuando coladas de lava avanzaron hasta 16,5 kilómetros desde el cráter. Pero el peligro más grave no proviene del fuego, sino del agua: los lahares, flujos de lodo y escombros que se generan por el derretimiento abrupto de nieve y hielo durante una erupción, representan el mayor riesgo para las comunidades cercanas.
Debido a la alta concentración de población en las inmediaciones del volcán —como en Pucón, Villarrica y Coñaripe—, las autoridades mantienen planes de evacuación y simulacros constantes. Las condiciones actuales del Villarrica, sumadas a su entorno nevado, refuerzan la urgencia de mantener una monitorización activa y medidas de preparación comunitaria.