Con el invierno, el dolor articular en gatos puede intensificarse, afectando su rutina diaria sin que muchos tutores lo noten.
El frío trae consigo no solo cambios de temperatura, sino también un impacto silencioso en la salud articular de los gatos, especialmente en aquellos de edad avanzada. Este artículo aborda las señales más comunes de la osteoartritis felina y entrega recomendaciones clave para mejorar su calidad de vida.
Menos saltos y más rigidez: cómo se manifiesta el dolor articular en gatos
Los gatos son expertos en disimular el dolor. Sin embargo, cuando sus articulaciones comienzan a deteriorarse, su comportamiento cambia sutilmente. Uno de los signos más comunes es evitar saltos altos, como subirse a la cama o a una repisa.
También pueden caminar con rigidez, dudar antes de subir escaleras o dejar de usar la caja de arena si tiene bordes elevados. En casos más severos, descuidan su aseo personal por la dificultad de moverse, una alerta que no debe pasarse por alto.
El impacto del frío en la osteoartritis felina
Según la médica veterinaria Catherine Soto, del laboratorio Drag Pharma, “el desgaste del cartílago causa roce entre los huesos, generando dolor e inflamación”. Durante el invierno, este cuadro se agrava, ya que el frío aumenta la rigidez por contracción muscular y menor flujo sanguíneo.
La osteoartritis afecta hasta el 90% de los gatos mayores de 12 años, siendo más frecuente en caderas, rodillas y tarso (zona equivalente al talón humano).
Cómo ayudar a tu gato a moverse con menos dolor
Frente a un diagnóstico de osteoartritis, existen múltiples acciones que los tutores pueden tomar para ralentizar su progresión y mejorar la movilidad felina:
- Monitorear cambios en su comportamiento y acudir al veterinario ante cualquier sospecha de dolor.
- Controlar el peso del gato con una alimentación balanceada, baja en calorías pero rica en proteínas de alta calidad.
- Instalar rampas o escalones suaves para que el gato suba sin necesidad de saltar.
- Proporcionar una cama blanda, idealmente térmica, que amortigüe la presión sobre sus articulaciones.
- Utilizar cajas de arena de bordes bajos, facilitando su acceso sin esfuerzo adicional.
- Administrar analgésicos y antiinflamatorios, solo si han sido prescritos por un veterinario.
- Incluir condroprotectores como glucosamina y condroitina en su dieta para preservar el cartílago.