El huevo es un alimento básico en miles de cocinas por su versatilidad: se consume al desayuno, como proteína en platos principales o en preparaciones como tortillas, queques y tortas. Sin embargo, su uso cotidiano también despierta dudas sobre su manejo correcto, especialmente si deben lavarse antes de cocinarse.
¿Por qué no se deben lavar los huevos?

Lavar los huevos antes de cocinarlos no solo es innecesario, sino riesgoso. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos advierte que esta práctica puede aumentar el riesgo de contaminación bacteriana. El agua utilizada para el lavado puede penetrar la cáscara a través de sus poros, arrastrando microorganismos hacia el interior del huevo.
La función protectora de la cutícula
Los huevos poseen una capa natural protectora llamada cutícula, que actúa como barrera ante bacterias y agentes externos. Al lavar el huevo, esta película se elimina, dejando expuesto el contenido.
Esa protección es crucial: impide que los gérmenes atraviesen la cáscara, que de por sí es porosa y vulnerable.
Qué dicen los productores sobre los huevos sucios
La Asociación Gremial de Productores de Huevos de Chile (Chilehuevos) es enfática: es preferible consumir un huevo con la cáscara sucia que uno previamente lavado. La organización explica que, aunque resulte extraño, esta medida es más segura desde el punto de vista sanitario.
Eliminando la cutícula con el lavado, se facilita la entrada de bacterias, lo que representa un riesgo mayor que una leve suciedad en el exterior del huevo.
¿Qué hacer si el huevo está sucio?
En caso de que la cáscara tenga residuos visibles, lo recomendable es limpiar solo con un paño seco justo antes de usarlo. Evitar el agua es clave para preservar la barrera protectora.