Comer rápido podría estar dificultando la pérdida de peso y afectando la salud digestiva, según advierten especialistas. El simple acto de reducir la velocidad al alimentarse tendría impactos significativos en el metabolismo, la absorción de nutrientes y el control glucémico.

José Viña, médico y catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, explicó en su libro Cómo vivir para envejecer mejor que las personas que comen con rapidez tienden a ingerir más alimentos de los necesarios, lo que eleva su consumo calórico y, con ello, el riesgo de aumentar de peso.
“Es importantísimo comer despacio para poder comer bien y para comer menos”, señaló Viña. “Si como de prisa, como demasiado. Y esto es un error tremendo”.
Impacto en la digestión y el metabolismo
Además de favorecer el exceso calórico, comer de forma apresurada perjudica el proceso digestivo. La mala masticación dificulta la descomposición inicial de los alimentos, lo que repercute en una peor absorción de nutrientes y en una mayor sobrecarga para el sistema digestivo.
Entre las consecuencias más comunes del hábito de comer rápido se identifican:
- Estreñimiento
- Inflamación abdominal
- Malestar digestivo
Estos síntomas, según explica Viña, no solo afectan el confort físico, sino que también pueden alterar la eficacia del sistema gastrointestinal a largo plazo.
Beneficios de comer con calma
El acto de comer lentamente permite que el cuerpo regule mejor la sensación de saciedad, lo que ayuda a reducir la cantidad de alimentos ingeridos. Además, favorece un control más gradual de los niveles de glucosa en sangre, lo que podría contribuir a prevenir enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.
Clara Joaquím, endocrinóloga del Grupo de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, enfatizó la importancia de considerar el contexto del acto de comer:
“Una alimentación saludable no depende únicamente de los alimentos que componen nuestro menú, sino también del tiempo que invertimos en comerlos y cómo lo hacemos”.
Factores como masticar correctamente, elegir alimentos saludables, y comer en un entorno familiar también forman parte de una alimentación equilibrada, explicó.
Reducir la velocidad al comer no solo mejora la relación con la comida, sino que también representa una medida preventiva frente a problemas digestivos y metabólicos.