Para muchas personas, el consumo de lácteos como la leche y el queso es sinónimo de placer, pero para quienes padecen intolerancia a la lactosa, estos alimentos pueden desencadenar síntomas como hinchazón, dolor abdominal y malestar digestivo.
Tradicionalmente, esta afección se ha tratado mediante dietas restrictivas o suplementos enzimáticos. Sin embargo, una investigación reciente sugiere que podría haber otra alternativa: la neurología funcional.
¿Qué ocurre en el cuerpo con la intolerancia a la lactosa?
En condiciones normales, el intestino delgado produce una enzima llamada lactasa, cuya función es descomponer la lactosa en dos azúcares simples: glucosa y galactosa.
Cuando el organismo no genera suficiente lactasa, la lactosa pasa sin digerir al intestino grueso, donde es fermentada por bacterias, causando molestias como:
✔ Dolor abdominal
✔ Gases
✔ Náuseas
✔ Diarrea
Aunque la leche de vaca es la principal fuente de lactosa, otros productos como yogur, queso y helado también pueden provocar síntomas.
Prevalencia de la intolerancia a la lactosa
La incidencia de esta afección varía según la región:
- En Latinoamérica, Asia y África, entre el 50% y el 100% de la población tiene dificultades para digerir la lactosa.
- En el noroeste de Europa, solo entre el 3% y el 5% presenta este problema.
En Chile, el consumo de lácteos promedió 149 litros per cápita entre 2019 y 2022, según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias. Esto refleja la importancia de la industria lechera en la alimentación y la necesidad de encontrar soluciones para quienes padecen intolerancia.
¿Puede el cerebro influir en la intolerancia a la lactosa?
Un estudio de NeuroReEvolution está explorando una nueva perspectiva: la aplicación de la neurología funcional en personas con intolerancia a la lactosa.
El profesor de nutrición Vicente Javier Clemente Suárez, quien participa en la investigación, explicó que los tratamientos convencionales no siempre logran eliminar los síntomas, lo que llevó a buscar nuevas alternativas.
Resultados preliminares del estudio
En un estudio de caso, un paciente mejoró su tolerancia a la lactosa tras una única sesión de tratamiento con neurología funcional, que incluyó:
- Ejercicios específicos para fortalecer el vínculo entre el sistema nervioso y el aparato digestivo.
- Ajustes de reflejos que optimizaron la capacidad digestiva.
Aunque el tratamiento redujo los síntomas, no logró eliminar completamente la fermentación de metano en el cuerpo, lo que sugiere que otros factores digestivos también influyen.
«La terapia puede mejorar la calidad de vida al reducir los síntomas, pero aún se necesita más investigación para comprender completamente su efectividad», señaló Suárez.
¿Un cambio en el tratamiento de la intolerancia a la lactosa?
Mientras se continúa investigando el impacto del cerebro en la digestión de la lactosa, las recomendaciones convencionales siguen siendo las mismas:
✔ Reducir el consumo de lácteos o elegir productos sin lactosa.
✔ Utilizar suplementos de lactasa para facilitar la digestión.
✔ Monitorear los síntomas y ajustar la dieta según la tolerancia personal.
Si la ciencia confirma que el cerebro puede desempeñar un papel clave en la digestión de la lactosa, esto podría representar un cambio radical en el tratamiento de la intolerancia, ofreciendo nuevas opciones para quienes padecen esta afección.