El color de la yema del huevo va mucho más allá de lo estético: es un indicio directo de lo que la gallina ha comido. Desde tonos pálidos hasta matices intensamente anaranjados, esta variación cromática ofrece pistas precisas sobre la alimentación y el entorno del ave, aunque no influye en el valor nutricional del huevo.
Una gama inesperadamente amplia

Expertos como Richard Blatchford, investigador avícola de la Universidad de California en Davis, han confirmado que la gama de colores de la yema puede ir “desde casi blanco hasta un rojo sangre”. Aunque estos extremos son raros, revelan la diversidad de factores que inciden en el tono final del huevo.
La industria avícola, de hecho, emplea una escala de 16 niveles de color para clasificar las yemas, asignando un número a cada tonalidad específica. Según Blatchford, “a la gente le suelen gustar las yemas de color intenso y oscuro”, lo que ha influido en las prácticas de alimentación de las aves.
Lo que dice el color: claves para interpretar la yema
Jen Houchins, directora de investigación nutricional del Centro de Nutrición del Huevo del American Egg Board, explica que el color de la yema se relaciona con la dieta del ave de la siguiente manera:
- Amarillo pálido: una dieta basada principalmente en trigo, cebada o harina de maíz blanco genera yemas más claras.
- Amarillo brillante o anaranjado claro: aparece cuando la gallina ha consumido maíz amarillo o alfalfa, ingredientes ricos en pigmentos naturales.
- Naranja intenso: refleja una alimentación enriquecida con pétalos de caléndula, pimiento rojo o incluso el acceso a alimentos naturales como insectos y plantas, típicos de gallinas con crianza al aire libre.
Tonos poco comunes, pero posibles
Aunque menos frecuentes, también pueden encontrarse yemas con matices extremos como blanco o rojo oscuro. Estos colores excepcionales, según los especialistas, surgen en condiciones muy específicas y no son habituales en la producción convencional de huevos.
Color, percepción y preferencia
Más allá de lo biológico, la intensidad del color de la yema influye en la percepción del consumidor. Las yemas más oscuras son, en muchos casos, asociadas con frescura, naturalidad o incluso un mayor valor nutricional, aunque no exista relación directa con la composición del huevo. Esta preferencia ha llevado a que muchas granjas ajusten la dieta de sus aves para conseguir tonalidades más atractivas.