Con la llegada del invierno, no solo bajan las temperaturas, también aumentan los problemas cutáneos. Muchas personas comienzan a notar sus manos, brazos o rostro resecos, y acuden a cremas hidratantes como primera solución. Sin embargo, cuando los síntomas persisten o se agravan, lo recomendable es consultar a un dermatólogo.
Las causas del aumento de resequedad en invierno
Durante los meses fríos, la piel se enfrenta a condiciones ambientales adversas que la deshidratan. El dermatólogo Christian Sánchez Saizar, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología, explicó que los factores más comunes son los cambios bruscos de temperatura, el viento, la calefacción y la exposición a los rayos UV. Estos elementos alteran el equilibrio natural de la piel.
Cuando la barrera cutánea se ve afectada, la piel pierde elasticidad, se vuelve más frágil y áspera. Según Sánchez Saizar, esto ocurre porque “la hidratación desaparece o es insuficiente”.
El doctor Fernando Felice, director del Congreso Internacional Masterhub, complementó esta idea señalando que la humedad ambiental también disminuye, tanto en exteriores como en espacios calefaccionados. Esto provoca una mayor pérdida de agua a través de la piel y debilita su función protectora natural.
Además, el frío genera vasoconstricción, es decir, se reduce el flujo sanguíneo en la superficie cutánea, lo que limita el aporte de oxígeno y nutrientes a la piel.
Consejos clave para mantener la piel saludable en invierno
Ante este panorama, los especialistas recomiendan algunas acciones simples pero efectivas para reducir la resequedad y proteger la piel:
- Disminuir la temperatura del agua al bañarse o lavarse las manos.
- Evitar jabones agresivos o con efecto astringente.
- Aplicar crema hidratante inmediatamente después del baño.
- Utilizar protector solar a diario, incluso en días nublados o sin sol.
- Aumentar la hidratación bebiendo más agua y usando humidificadores.
- Evitar exfoliaciones intensas o tratamientos irritantes si hay inflamación.
- Elegir productos adecuados según el tipo de piel y evitar sustancias irritantes.
En caso de que estas medidas no alivien los síntomas o si la piel presenta enrojecimiento persistente, fisuras o costras, se recomienda acudir a un dermatólogo para una evaluación más detallada.
Este contenido es meramente informativo y no sustituye la consulta médica. Para diagnósticos o tratamientos, consulte siempre a un especialista.