A la edad de 83 años falleció Pedro Messone, Premio Nacional de Música Folclórica en 2018 y emblema del cancionero local -uno de los responsables de renovar el folclor en los 60-, según se constató durante la madrugada de este 1 de junio.
La información fue confirmada por el músico y director de orquesta, Horacio Saavedra, quien despidió al artista a través de su cuenta de Instagram. “Descansa en paz en los brazos del Señor, Pedro Messone, gloria de nuestra música”, apuntó.
De acuerdo a lo que reporta 24 Horas, el fallecimiento del artista se habría constatado en el hospital El Salvador de la comuna de Providencia.
Pedro Messone nació en Temuco el 6 de junio de 1939 y tuvo una vida ligada a la música, en sus inicios como parte de la agrupación Los Cuatro Cuartos, junto a Luis ‘Chino’ Urquidi, y en solitario.
Este se presentó en el Festival de Viña de 1965, donde se quedó con el segundo lugar con Los de Las Condes, interpretando “El corralero”.
En términos cronológicos, la historia musical de Pedro Messone comenzó en 1962, cuando tenía 23 años y vivía en Valparaíso. Junto a tres amigos, uno de ellos Luis “Chino” Urquidi, con el que compartía el gusto por el jazz, fundaron ese año Los Cuatro Cuartos. Partieron cantando boleros, pero muy pronto se centraron en el repertorio que los iba a distinguir en la historia: el folclor.
Ese también será el sello de Messone para toda su vida. Nacido en Temuco y criado en Valparaíso, él nunca estuvo ni cerca de ser un huaso, pero así se va a vestir muchas veces, y su repertorio lo van a conformar tonadas, cuecas y canciones con historias del campo chileno. Discos como La fonda de ño Pedro de 1967, o canciones que lo llevaron cinco veces a la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar.
En 1964, a dos años de su fundación, los Cuatro Cuartos se trasladaron a Santiago. El estilo estaba claro: arreglos vocales inspirados en grupos de moda en Argentina, como los Trovadores del Norte, y canciones tradicionales. Tocaron en la radio, grabaron discos e inauguraron el neofolklore, una suerte de nueva ola folclórica. Concebida por Camilo Fernández, el mismo productor de la Nueva Ola original, la fórmula de jóvenes vestidos de frac, bien parecidos y cantando tonadas, se multiplicó en la medianía de los años 60. Pero Los Cuatro Cuartos fueron los primeros.
Pedro Messone, en jerga rockera, fue el primer “frontman” del género. Voz de tenor, gran apariencia y carisma en escena. “Era nuestra primera voz y una de las voces más lindas que hemos tenido en este país. Era el galán, por supuesto; una estrella arriba del escenario”, dice Willy Bascuñán, compositor y guitarrista del conjunto, en su autobiografía Tiempo y camino, del 2018.
Como un auténtico “frontman”, ese mismo 1964, Messone tomó una decisión, inédita en en el folclor, mucho más común en otros géneros, como el propio rock: se fue del conjunto para iniciar una carrera solista.
Pero la decisión fue gatillada fuera de la música, desde lo que en este tiempo se llamaba farándula. Desde el teatro de la Universidad Católica lo invitaron al exitoso musical La pérgola de las flores, estrenado en 1960, y remontada ese año para una gira a México, en el papel de Tomasito, pretendiente de la protagonista Carmela, y donde además de actuar debía cantar algunas canciones. Una de ellas la tonada “Campo lindo”, del autor de la música de la obra, Francisco Flores del Campo, y hasta hoy un clásico del repertorio de Messone.
Volvería muchas veces a ese papel, incluyendo la versión televisiva que hizo Canal 13 en 1979, y que actualmente circula en Internet. Eso sí, nunca regresaría a Los Cuatro Cuartos, que no tomaron nada bien su partida. “A Pedro Messone lo eché personalmente. Por irresponsable e incumplidor”, dijo “Chino” Urquidi a la Revista TV Guia, de enero de 1966. El tiene su versión de su salida y la dice en la misma revista; “me dio la sensación de que estaba haciendo el servicio militar”.
Al regreso de la gira de la Pérgola, Messone se integró a Los de las Condes, el grupo que había armado el ex Quinchero Sergio Sauvalle para presentar en el Festival de Viña su canción El corralero, clásico esencial de la música chilena. Y al año siguiente tuvo un tercer grupo, Los Paulos, y en 1967 definitivamente se hizo solista con su primer disco con nombre propio, y de título adecuado para su nueva etapa: El solitario.
La canción, de Willy Bascuñán, habla de un solitario que deambula por los caminos del campo, y que se ajustaba a su condición de estrella. El año anterior, en 1966, había compartido el premio Gato de oro – que entregaba la revista Ritmo al artista más popular – nada menos que con José Alfredo Fuentes. Era un galán, pero a decir verdad, sus intereses estaban lejos del pop.
El primer disco El solitario también incluía canciones de Víctor Jara (la primera versión de El cigarrito) y de Rolando Alarcón, músicos que ya comenzaban a abrir los caminos de la Nueva Canción Chilena, y con quienes aun no los separaban las tormentas de la historia que iban a llegar poco después. Fue amigo y compartió con muchos de ellos. Con Violeta Parra, incluso, se le atribuye un romance, que fue alimentando un mito popular que, hace muy poco, comenzó a despejarse.
En el riguroso libro biográfico de Violeta Parra escrito por Victor Herrero en 2017, Después de vivir un siglo, se narra que ambos compartieron una gira al sur en 1966, organizada por la peña Chile Ríe y Canta. Testimonios de René Largo Farías, productor de la gira, o Patricio Manns, insinuan una amorío, pero que el propio Messone aclara. Cuenta que en un descanso en medio de la gira, ambios caminaron y corrieron en una playa, y él le dijo “parecemos cabros de 17 años”. Eso la habría inspirado para escribir Volver a los 17, que pocos días después ella mostró y, al parecer, de eso se trató el mítico romance. Más detalles poco importan, cuando el resultado, en todo caso, es uno de los grandes títulos de la música en castellano.
Pero las convulsiones de la historia terminarían salpicando entonces a Messone. En 1970, su presentación en el segundo Festival de la Nueva Canción Chilena – donde Quilapayún estrenó la Cantata de Santa María- fue recibida con una rechifla, y el musicólogo Manuel Vilches, en su biografía de Rolando Alarcón de 2009, describe un altercado tras bambalinas con el mismísimo Víctor Jara. “La batalla del Estadio Chile” la llamaron algunos medios.
Messone no era militante, pero tenía su postura. Hace un par de años lo dijo a La Tercera: “Empezaron con que había que definirse. Entonces yo dije no soy de izquierda, no estoy de acuerdo con las ideas comunistas que es la esencia misma de la izquierda. Y la derecha, su accionar son más ordenados”.
Tras el golpe de 1973, quedó claramente en el lado vencedor de la desigual y sangrienta contienda. Patricio Manns lo acusó años después. “En Australia (donde Pedro Messone estaba de gira el 11 de septiembre) manda un telegrama felicitándola por erradicar a esos marxistas, como Víctor Jara que estaba muerto”. Y aunque nunca se ha aclarado si ese mensaje existió, Messone fue por años un rostro frecuente en la televisión, los festivales y los actos oficiales.
En 1988 fue parte de la Campaña del SI en el plebiscito, en 1992 fue candidato a alcalde de Buin por la UDI y desde los 90 y 2000 actuó regularmente en municipalidades del barrio alto, con alcaldes de derecha. O en actos militares.
Pero estuvo muchas otras veces en Viña del Mar. En 1982 ganó con La tejedora. Pocos ostentaron como él casi 60 años de vida musical. Es claro: Pedro Messone es un personaje complejo, como es el tiempo que le tocó vivir.
Pero nada de eso ensombrece su papel en la música chilena. Es un cantante privilegiado que perfectamente podría haberse seducido por otros estilos de éxito fácil. Pero él optó por el folclor y por ser la voz principal en un proceso de renovación, que se plasmó en clásicos que se cantan hasta hoy. A pesar de todo, el folclor chileno no está completo si no se incluye a Pedro Messone.