Las últimas semanas han sido de inusitada actividad en el campo de la meteorología espacial. El pasado viernes 10 vivimos una tormenta solar que trajo las auroras a latitudes donde son poco habituales y el martes 14 el Sol expulsó el mayor “fogonazo” visto en lo que va de ciclo.
No solo auroras: el sol ha lanzado sus mayores llamaradas en dos décadas. Así se ha visto desde el espacio
Además de las fulguraciones o “llamaradas” solares, estos días el Sol también ha proyectado materia en forma de eyecciones de masa coronal (CME). Fue precisamente uno de estos eventos el que causó la tormenta del día 10.
Esta tormenta fue, según la agencia espacial estadounidense, la más fuerte en dos década. Sus auroras, se estima fueron las más intensas en 500 años.
“Estaremos estudiando este evento durante años,” señalaba Teresa Nieves-Chinchilla, directora en funciones de la Oficina de Análisis de Meteorología Espacial de la NASA. “Nos ayudará a poner a prueba los límites de nuestros modelos y comprensión de las tormentas solares.”
Durante estos agitados días, la NASA mantuvo su vista puesta en el estado del Sol. Aquí en la Tierra, el Centro de Predicción de Meteorología Espacial, dependiente de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) fue por su parte el encargado de avisar sobre los posibles fenómenos adversos de estos eventos.
Los ojos de la NASA tienen nombre: Observatorio de Dinámicas Solares (SDO)
Los ojos de la NASA tienen nombre: Observatorio de Dinámicas Solares (SDO). Este observatorio espacial vigila constantemente el Sol para alertarnos de eventos como los de estas semanas. La sonda fue lanzada en 2010 y desde entonces ejerce esta función de “puesto avanzado” ante los eventos solares.
Ha sido este observatorio el que nos ha enviado imágenes hipnóticas de la actividad solar. Entre estas imágenes podemos ver diversas fulguraciones. Las fulguraciones solares son erupciones de radiación electromagnética expulsadas por nuestra estrella. Viajan a la velocidad de la luz por lo que es imposible anticiparse a su llegada a nuestro planeta.
La fulguración del 2 de mayo visible en la parte superior del Sol, a la izquierda del centro. La imagen fue captada mezclando luces Angstrom 131 y 171. NASA/SDO.
Durante los primeros días del mes de mayo pudimos ver fulguraciones importantes. En la imagen, una captada el día 2 de mayo. En los días siguientes, del 3 al 9 de mayo se captaron 82 de estos “fogonazos”.
Fulguración del 14 de mayo vista en el espectro ultravioleta extremo. NASA/SDO.
Sin embargo sería esta semana, el día 14 cuando el observatorio captó la fulguración de mayor intensidad vista en lo que llevamos de 25 ciclo solar. Es la que vemos en esta segunda imagen. Su clasificación en la escala fue de X8.7.
Las eyecciones de masa coronal y las tormentas solares
A estas fulguraciones cabe añadir la inmensa CME que causó las auroras el pasado viernes 10. Estas eyecciones, a diferencia de las “llamaradas” expulsan partículas cargadas. Por una parte, viajan más despacio que las fulguraciones, poro otra, su efecto es más intenso en la Tierra.
Cuando hablamos de tormentas solares hablamos de los efectos que estos eventos causan en la atmósfera y la superficie de nuestro planeta. Mientras que las fulguraciones, cuando llegan a la Tierra pueden causar problemas en las comunicaciones de radio, las eyecciones suelen vincularse con tormentas solares.
Las auroras surgen cuando las partículas cargadas expulsadas por el sol son desviadas por el escudo protector de nuestro planeta: la magnetosfera. Este campo magnético desvía las partículas, algunas hacia el espacio, otras quedan atrapadas y acaban en las regiones polares. Cuando chocan contra los gases de nuestra atmósfera hacen que estos emitan luz, dando pie a las auroras.
Todo esto se enmarca en el pico solar del 25º ciclo solar. La actividad solar aumenta y disminuye de forma más o menos regular, en ciclos duran aproximadamente 11 años. En estos momentos nos vamos acercando al punto de mayor intensidad del Ciclo 25, por lo que eventos de este tipo no son del todo extraños o anómalos.
Por ahora no hemos que tenido que enfrentarnos a tormentas solares de gran intensidad, capaces de generar problemas severos en redes de comunicación y aparatos electrónicos. Sin embargo los expertos siguen prestando atención a la situación en el Sol, porque siempre es mejor prevenir.