Un devastador terremoto de magnitud 7,7 golpeó a Birmania el pasado viernes, dejando hasta el momento 1.700 personas fallecidas, más de 3.400 heridos y al menos 300 desaparecidos, según el último reporte de la junta militar del país asiático.
Impacto del sismo y zonas afectadas
El movimiento telúrico se sintió incluso en Bangkok, capital de Tailandia, donde se confirmaron al menos 17 víctimas fatales. En Mandalay, una de las ciudades más cercanas al epicentro, el sismo provocó el derrumbe de edificios, puentes y grietas en las carreteras, dificultando el acceso a las zonas más afectadas.
El temblor principal fue seguido por una fuerte réplica de magnitud 6,7, aumentando la magnitud del desastre. Este domingo, a las 14:00 horas, una nueva réplica de magnitud 5,1 obligó a detener temporalmente las labores de rescate y evacuó a cientos de personas a las calles.
Desafíos en medio de la emergencia
Birmania enfrenta esta catástrofe natural en un complejo contexto político y humanitario, marcado por el conflicto civil que se intensificó tras el golpe de Estado de 2021. La crisis ha debilitado profundamente el sistema de salud y de atención de emergencias, dificultando la respuesta ante la tragedia.
El epicentro del terremoto se localizó en la falla de Sagaing, una zona altamente sísmica donde convergen las placas india y euroasiática, lo que incrementa el riesgo de nuevos movimientos.
Llegada de ayuda internacional y labores de rescate
A pesar de las dificultades, equipos de emergencia y voluntarios continúan trabajando intensamente para rescatar a personas atrapadas entre los escombros. También ha comenzado a llegar ayuda internacional, aunque de forma gradual, lo que podría mejorar la capacidad de respuesta en los próximos días.
Las autoridades no descartan que el número de víctimas continúe aumentando, mientras se avanza en el levantamiento de escombros y en la evaluación de daños estructurales en distintas regiones del país.