Impacto de las marejadas
El inicio del año 2025 estuvo marcado por intensas marejadas en las costas del centro y norte de Chile, que dejaron a su paso infraestructura dañada, hogares inundados y al menos dos personas fallecidas. Este fenómeno natural, agravado por el cambio climático y la intervención humana, plantea desafíos urgentes para la gestión del borde costero.
El rol de los ecosistemas costeros
El investigador del Centro de Estudios CIGIDEN, Juan González, subraya que los humedales y los campos dunares actúan como barreras naturales contra las marejadas, pero la intervención humana ha deteriorado o eliminado estos ecosistemas.
“Si observamos zonas como Viña del Mar, Valparaíso o La Serena, el borde costero ha sido completamente modificado. Proteger el paisaje natural es crucial para prevenir los daños por marejadas”, señala González.
Para áreas ya intervenidas, se han implementado soluciones como enrocados artificiales y muros sumergidos para disipar el oleaje. Sin embargo, González advierte que estas medidas deben ser cuidadosamente estudiadas para evitar efectos secundarios como la erosión en otras zonas.
Planes reguladores y ordenamiento territorial
Uno de los problemas identificados es que los Planes Reguladores Comunales no consideran adecuadamente las amenazas de inundaciones por marejadas, lo que permite la construcción en zonas de riesgo.
González también apunta a la falta de un ordenamiento territorial integrado que contemple tanto el ecosistema como las amenazas naturales. Por ejemplo, los suelos de playa son inadecuados para la construcción, pero en Chile hay viviendas e infraestructura turística edificadas directamente sobre estos terrenos.
Además, el experto señala que obras de gran escala, como muelles, pueden alterar los sedimentos y aumentar la vulnerabilidad de playas cercanas.
La necesidad de una Ley de Costas
Para abordar estos desafíos, González destaca la importancia de una Ley de Costas que permita ordenar el uso del borde costero. “Aunque no podemos controlar los procesos naturales, sí podemos manejar los riesgos a través de una planificación adecuada que considere dónde construir viviendas e infraestructura para minimizar daños”, concluye.