El 9 de julio de 1958, un terremoto de magnitud 8,3 sacudió la Bahía Lituya, en Alaska, Estados Unidos. Menos de dos minutos después del sismo, una ola de 524 metros de altura arrasó la bahía, convirtiéndose en el tsunami más alto del que se tenga registro.
El evento fue provocado por el desprendimiento de más de 30 millones de metros cúbicos de tierra y rocas desde el Glaciar Lituya, en el fondo de la bahía. El impacto generó una columna de agua que avanzó a una velocidad cercana a los 200 kilómetros por hora.
A pesar de la magnitud del fenómeno, solo se registraron dos personas fallecidas, ya que los alrededores de la bahía estaban mayoritariamente deshabitados. En ese momento, tres barcos pesqueros se encontraban dentro del fiordo.
Una de las embarcaciones fue arrastrada por la ola, mientras que una segunda logró rescatar a sus ocupantes. En el tercer caso, un padre y su hijo de siete años lograron atravesar la ola con su embarcación, mientras que una pareja a bordo de otro barco falleció producto del impacto del tsunami.